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sábado, 21 de octubre de 2017

MARÍA en los Evangelios









MARÍA

en los Evangelios


Dedicado a todas las madres,

cuyos hijos han sido condenados a muerte
por la justicia de este mundo.

Octubre 2017








José y María subieron desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, hasta Belén.
 
Estando allí le llegó a MARÍA el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito.

Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
                            porque no encontraron sitio en la posada.
                                                                                                                             

  (Mateo, 1, 18-25)










 Contenido



1. Los diálogos extremos

2. Los orígenes

3. La visita

4. ¿Dónde está el niño?

5. Boda en Caná



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1. Los diálogos extremos


Se dice que detrás de cada gran hombre, de un hombre importante, de un triunfador, famoso, aquel que es o ha sido “alguien” en la vida, hay una mujer, que le empuja, que le orienta, que es la base y el fundamento del éxito.

Yo no se si esa afirmación está suficientemente comprobada y es universal. No tengo la menor estadística para apoyarla o no. Pero, ahí está, como otras tantas cosas que se extienden y se institucionalizan.

Lo que si es bien cierto es que delante, antes de cada persona, hombre o mujer, siempre ha habido una mujer especial, importante, única: la madre. Todos los humanos hemos tenido una madre que vino al mundo antes que nosotros y nosotros hemos venido al mundo gracias a ella…..con la ayuda, naturalmente, de un padre.

Pero la madre nos ha llevado dentro.


Es cierto que la madre nos ha precedido en la vida y también es bastante frecuente, o mejor, muy frecuente, que la madre “se va”, deja la vida antes que el hijo. Es ley de vida: una generación tras otra, generalmente.

Pues bien: no es precisamente éste el caso de JESÚS de NAZARET:

Tuvo una madre, cierto.
Cierto que la madre le precedió.
Pero, ¡ay!, también es cierto que JESÚS murió antes que su madre, y que murió en presencia de ella, y de una muerte trágica, consecuencia de una tremenda injusticia, un auténtico asesinato premeditado, organizado, incluso “legalizado” según la atroz ley judaica.


El sumo sacerdote reanudó el interrogatorio preguntándole:

¡ Te conjuro por Dios vivo a que nos digas
si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!

JESÚS contestó:

-Sí, yo soy.

EI sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:

-Ha blasfemado, ¿que falta hacen mas testigos?
Acabáis de oír la blasfemia, ¿Que decidís?

Contestaron ellos:

-Pena de muerte.
(41, p.96)

Y también es cierto que ya deshecho, desangrado por pies y manos y por el costado, esa madre fue la primera persona en recoger el cuerpo inerte del Maestro para darle sepultura.




Pues bien: sobre esa madre, llamada MARÍA y sobre lo que de ella se recoge en los Evangelios, es lo que pretendo analizar en este capítulo:

  • ¿Cómo era aquella mujer?
  • ¿Cómo desarrolló su papel de madre?
  • ¿Cómo viviría y soportaría la evolución del drama de su hijo y su trágico final?


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La primera realidad que me llama la atención en la comunicación Madre/Hijo, es que en los dos extremos de la trayectoria vital de JESÚS, su nacimiento y su muerte, está presente la relación entre ellos: en ambos casos existe un breve diálogo, comunicación, intercambio de sensibilidades. JESÚS se comunica con su madre en ambas circunstancias.



Veamos:

El principio y el fin de JESÚS están íntimamente vinculados a su madre.

En el primer caso, en el origen, en el nacimiento, la cosa no es nada extraña, es normal y habitual en toda vida humana.

En el otro extremo, la muerte, la situación ya es más insólita, especialmente en alguien que muere ajusticiado, en presencia de mucha gente y custodiado por soldados.

Pero entre ambas comunicaciones hay un abismo de sentimientos.

El nacimiento de JESÚS, como el general, sería como habitualmente ocurre:

El niño, ya crecido dentro de la madre, desea la vida, necesita salir a la luz.

La madre tiene dolores, sufre,…….pero está deseando el acontecimiento.

El niño se asoma, aparece…..y naturalmente, llora. Está abandonando su “hogar”, un lugar cálido
en el que se ha ido formando….y sin saber cómo, brota a un mundo nuevo, aparentemente hostil.



Pero, muy pronto, está en otro mundo igualmente cálido, conocido, acogedor, ¡si es casi el mismo! ¡Es conocido….! Está en brazos de alguien, alguien que no es extraño….la situación es incluso mejor que antes, y prueba de ello es que el niño deja muy prontamente de llorar, se le colorean los mofletes y entra generalmente en un plácido sueño, reparador del cansancio y del esfuerzo realizado o asistido.





Tras los dolores del parto, la ansiedad, la angustia, el inevitable miedo de que algo salga mal….mezclado todo ello con los esfuerzos para ayudar al niño a ver la luz, tras todo ello y una vez comprobado el feliz resultado, al acoger al bebé en sus brazos, también viene el sosiego, el semblante de la madre, ya relajado, refleja una nueva felicidad derivada de todo ello y esencialmente de ”ser madre”….y normalmente entra en una suave somnolencia.



Un proceso bastante sencillo y hermoso: dolor y esfuerzo…y después, paz, felicidad y ensoñación.

Yo no he sido madre, obviamente, y no sabría describir adecuadamente esos momentos. Pero he sido y soy padre y he estado presente en el nacimiento de mis hijos. Y las cosas pasan aproximadamente como las he descrito y como habrán visto y sentido, en general,  todos los que en el mundo han sido.

A esto llamo yo “el primer dialogo” entre madre e hijo, aunque no tenga lugar mediante palabras. Es una sencilla comunicación que no necesita mayor expresión.


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Imagino que esto es, más o menos, lo que ocurriría entre MARÍA y JESÚS.

En conclusión lo que quería recalcar es que este primer diálogo fue un paso del dolor, “los dolores del parto” a la alegría y a la paz interior mutua.


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Pero, atención, todo lo contrario respecto del último dialogo: allí se pasó del dolor, del sufrimiento a la muerte del hijo y a la aflicción, desolación y tristeza de la madre.

El arco de la vida de JESÚS se desarrolla entre estos dos momentos:

Su “llegada” a los brazos cálidos, amorosos y acogedores de su madre,……y la “salida” elevado en la cruz, aborrecido, odiado y escarnecido por sus verdugos, y su madre “rota” al pie del madero. 

En este final de la tragedia, el dolor de la madre no va seguido de la paz y felicidad presente en su nacimiento, en su “llegada”. Aquí no parece haber sitio más que para el dolor, la tristeza sin límites, quizás la desesperanza, y, por supuesto, la incomprensión ante el por qué de esa atrocidad con su hijo.





Ya lo había pronosticado el anciano Simeón:


Cuando llegó el tiempo de que se purificasen, conforme a la Ley de Moisés, llevaron a JESÚS al Templo de Jerusalén para presentarlo al Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un cierto Simeón, hombre honrado y piadoso. El Espíritu Santo estaba con él y le había avisado que no moriría sin ver al Mesías del Señor.

Impulsado por él Espíritu, fue al templo.

Simeón tomó al niño en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:

Ahora, Señor, según tu promesa, despides a tu siervo en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador……..

……y dijo a María, su madre:

-Mira: éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten.
Será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón.
(61, p.130)

¿Era para esto para lo que le anunció el ángel que era la elegida?

¿Podemos imaginar lo que sentiría MARÍA a los pies de la cruz…….
sintiendo en sí misma la agonía del hijo?

…..una espada te traspasará el corazón


Y, de repente, las palabras del hijo, el diálogo final, que no es sino un monólogo del Maestro, pues nadie respondió a sus palabras, y menos su madre, a quien le sería imposible emitir palabra alguna:


Estaban junto a la cruz de JESÚS su madre, la hermana de su madre María de Cleofás y María Magdalena.

Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo JESÚS:

—Mujer, ése es tu hijo.

Y luego al discípulo:

—Esa es tu madre

Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa.
(11, p.31)


JESÚS tiene las últimas palabras, la mínima energía que le queda, para preocuparse por su Madre y encomendarla a Juan. Es la despedida.


Este es el que yo llamo el “último diálogo”.



E inmediatamente después, la muerte:


Después de esto, sabiendo JESÚS que todo quedaba terminado, para que se terminara de cumplir la Escritura, dijo:

-Tengo sed.

Había allí un jarro con vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada en el vinagre, se la acercaron a la boca; cuando tomó el vinagre dijo JESÚS:

-Todo está terminado.

Y, reclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(27, p.65)


Difícil de imaginar la rotura del corazón de la madre al recibir en sus brazos el cuerpo del hijo desnudo, (como al principio), roto, inerte, completamente diferente al bebé que 33 años antes había tenido asimismo en sus brazos.

Tremenda paradoja de la vida de un hombre, entre un principio y un fin, y en medio los años de una vida……¿para qué?.....podría preguntarse la madre. ¿Tendría para ella alguna explicación, alguna justificación, algún sentido?


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Dos momentos extremos, dos sensaciones, dos diálogos.

Primer dialogo: sin palabras.
Último dialogo: también sin palabras.


Entre estos dos momentos o incluso entre estas dos “sensaciones” de la madre, bien diferentes entre si, el bebé lleno de vida en sus brazos y el desolador final, el hijo-hombre inerte también en sus brazos, hay todo un recorrido, el de la biografía de JESÚS, en la que aparecen muy pocas referencias a su madre, por supuesto infinitamente menos de las que toda una vida entre madre e hijo pueden dar de si.


Ya dije al comienzo del libro, que los Evangelios son breves, escuetos, parcos, lacónicos y yo diría que, a veces, hasta un poco “secos”.


Pues vamos a recorrer los escasos pasajes en los que se habla de MARÍA e intentar descubrir lo que de esta madre se puede encontrar ahí.


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2. Los Orígenes

La aparición de MARÍA en la biografía de JESÚS tiene lugar en el comienzo mismo del Evangelio de Lucas.

Se describen ahí sendos acontecimientos sucedidos a dos mujeres, llamadas ISABEL y MARÍA, acontecimientos ciertamente insólitos, extraños, completamente anormales en la historia corriente de las personas corrientes, pero que en la narración de Lucas aparecen expresados con sencillez, con cierta naturalidad, como si fuesen “normales” dentro del contenido global de la narración que Lucas está comenzando, narración, la vida de JESÚS de NAZARET, que no tiene nada de “normal” y mucho de sobre-natural, es decir, toda ella es sorprendente, extraordinaria, asombrosa, excepcional, singular….y todos los calificativos que puedan agregarse.

Veamos

      • Zacarías e Isabel son matrimonio desde hace muchos años.

      • José y María están prometidos en matrimonio. Cada uno vive todavía en su casa,
            imagino que cada uno en casa de sus padres, pues son muy jóvenes.

      • Isabel y María son parientes, primas exactamente.

      • Isabel es estéril.

      • María es virgen.

Zacarías e Isabel son viejos, o al menos mayores, de avanzada edad para poder tener hijos. De hecho, nunca los han tenido. En su pueblo, situado en la sierra, a pocos kilómetros de Jerusalén, a Isabel la llaman “la estéril”, y ello constituye una afrenta para ambos, según las costumbres de aquella comunidad, y desde luego, una frustración para Zacarías, que no tiene descendencia.

Y hete aquí que ambas mujeres, ISABEL y MARIA viven una experiencia insólita: la visita de un ángel de Dios, que dice llevarles un mensaje del mismo Dios.

En el caso de Isabel, la visita del ángel se produce concretamente a su esposo Zacarías, pero el anuncio que le comunica se refiere a los dos esposos. Este ángel, que dice llamarse GABRIEL, y que asegura asimismo que “está a las órdenes inmediatas de Dios”, anuncia que el mismo Dios le ha enviado para darle una buena noticia, que le producirá una gran alegría y felicidad y que está relacionada con los dos, Zacarías y su esposa Isabel:

El ángel dijo así:

………..A pesar de su edad, Isabel va a tener un hijo……..que será grande a los ojos del Señor…….. se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre, y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios. El irá por delante del Señor con el espíritu y poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos, y enseñar a los rebeldes la sensatez de los justos, preparándole al Señor un pueblo bien dispuesto.
(82, p.166)


No transcribo aquí el texto completo, por no tener vinculación estrictamente directa con la personalidad de JESÚS, pero puede leerse íntegramente en la referencia (82).

Este hijo de Isabel será el famoso Profeta JUAN el BAUTISTA.


Pues bien, seis meses después, el mismo ángel Gabriel se presentó a María, según se expresa en el texto de Lucas, que transcribo en su totalidad:


A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, que se llamaba Nazaret, a una joven prometida a un hombre de la estirpe de David, de nombre José. La joven se llamaba María.

El ángel, entrando adonde estaba ella, le dijo:

-Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué podría significar aquel saludo.

El ángel le dijo:

-Tranquilízate, no temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre JESÚS. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. Reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.

María dijo al ángel:

-¿Cómo como podrá ser esto, si no vivo con hombre alguno?

El ángel le contestó:

-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra.Y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel: a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses.


Porque para Dios no hay nada imposible.


María contestó:

-Aquí está la sierva del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho.

Y el ángel la dejó.
(83, p.167)






Pensemos un poco en la sorpresa que este acontecimiento pudo tener sobre la joven virgen María, ya comprometida con el varón José.

En primer lugar, no parece frecuente que los ángeles de Dios
se fuesen personando por aquel entonces a los buenos creyentes judíos.

En los textos de la Biblia Hebrea, las entidades espirituales, misteriosas y celestiales de los ángeles parecen hacer acto de presencia en ciertos momentos, (no demasiados), de los grandes personajes de la historia del pueblo judío:

Abrahán, Moisés y algunos profetas….y no muchos más. No hay muchas referencias.




En este caso, un ángel, el mismo ser espiritual, que dice llamarse Gabriel, se presenta ante dos personas, un sacerdote anciano, buena persona, como dice el texto, y una mujer sencilla, del pueblo,  supuestamente poco ilustrada, (nada sabemos realmente),…….y ambos con un parentesco cercano.


El mensaje del cielo, del Dios de los judíos, es bien claro: el nacimiento de sendos niños, JUAN y JESÚS, ambos grandes a los ojos de Dios y destinados a grandes y excepcionales destinos en relación con el plan del Dios de los judíos.


Al narrar Lucas ambos acontecimientos, descritos con sencillas y elementales palabras, aunque misteriosas, parece no tener para él evangelista la menor duda sobre su existencia y realidad. Los dos acontecimientos, escritos uno inmediatamente detrás del otro, aparecen asimismo como dos acontecimientos enmarcados en un mismo plan del Dios, en el que creen, tanto los protagonistas de los hechos, Zacarías, Isabel y María, como el mismo Lucas que lo narra.

Todo parece sencillo y veraz.

Pero no por eso deja ser tremendamente sorprendente a los ojos de un lector actual.


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A los efectos de lo que más nos interesa en este capítulo del libro, analicemos detenidamente la experiencia de la joven virgen María, futura Madre de JESÚS de NAZARET:



  1. Lo primero, el sencillo anuncio/saludo de Gabriel:


-Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.


El saludo es hermoso, breve, sencillo, pero a la percepción de cualquier creyente de la época, de cualquier judío respetuoso/temeroso de su Dios, es admirable: en tan pocas palabras no se puede ofrecer mayor alabanza para la joven agraciada con el saludo.


Tanto es así, que se producen en María dos reacciones simultáneas:


La primera, temor por la aparición del personaje. Sorpresa……e inmediatamente incomprensión ante sus palabras. Yo pienso que es una reacción completamente normal. ¿Quién es este personaje y que me quiere decir con esas palabras?




Y así fue para María:

Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué podría significar aquel saludo.


Gabriel, fuese quien fuese, comprende la situación, y trata de tranquilizarla…..a la vez que sigue alabándole como si fuese una persona especial, elegida, predilecta.

E inmediatamente le aporta calma y sosiego:

El ángel le dijo:

-Tranquilízate, no temas María,

porque has hallado gracia delante de Dios.

Y sin más preámbulo le trasmite el mensaje para el que ha sido enviado, sin introducción alguna, sin ninguna preparación previa:

Vas a concebir y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre JESÚS.

Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. Reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.



Reconozcamos, que ¡el mensaje se las trae!

Fácil leerlo seguido, sin análisis…….pero pensemos en la situación psicológica, anímica o espiritual de una joven judía, creyente y temerosa de su Dios, (como la mayoría de los judíos de entonces, pienso), que vive este acontecimiento.


Tal mensaje es extraordinario, excelso, sorprendente,…..yo diría que incomprensible e inasimilable por una pobre mortal, como somos todos nosotros, y como era asimismo la joven María.

Sin embargo, ¡¡Oh sorpresa!!


La joven, a pesar de lo extraordinario e increíble del anuncio, tiene los pies en la tierra, reside en el día a día, y sabe exactamente lo que está viviendo y como lo está viviendo, y en lugar de responder con reflexiones celestiales, reacciona con la realidad de la vida misma, de su propia vida aquí en la tierra:


María dijo al ángel:

-¿Cómo como podrá ser esto, si no vivo con hombre alguno?




Pues claro: si María está prometida a José y aún no vive con él, si todavía no es su esposa, se pregunta, pues lo mismo que se preguntaría cualquier mujer de bien, (virgen todavía).

Este momento del episodio muestra, para mí, la enorme humanidad que rodea la mayor parte de los episodios de la biografía de JESÚS.

Porque, digo yo:

¿Qué otra cosa podía decir María en ese momento,
por muy sorprendente, lejano, luminoso o celestial que fuese el tal Gabriel?


Y Gabriel no tiene más remedio que acudir al misterio y responder en “otro plano” al que, o desde el que ha reaccionado María.

El misterio hace presencia aquí, por primera vez.


Es el mismo misterio que rodea toda la biografía de JESÚS de NAZARET:


¿O es que no es un misterio toda la biografía del Maestro?
¿O es que no es misterio que el futuro hijo de María se llame Hijo de Dios?
¿O es que no son misteriosas todas las curaciones que JESÚS realizó?
¿O es que no es un misterio que JESÚS diga que el que le ve a él está viendo al Padre, a Dios?
¿O es que no es un gran misterio la resurrección de JESÚS?
¿O es que no es otro misterio que JESÚS asegure una vida eterna?

Junto a todos estos misterios, (y otros muchos más), ¿Qué puede tener de especial la presencia de Gabriel, su conversación con María e incluso lo que le anuncia que se va a realizar en ella y lo que en efecto se realizó?:

El ángel le contestó:

-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo
te cubrirá con su sombra.

Y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.

Porque para Dios no hay nada imposible.


A continuación parece como si Gabriel quisiera convencer a María de la verdad de su mensaje y le comunica otra sorpresa referente a la concepción de Isabel, su prima, a pesar de la esterilidad asegurada ya por la edad:


Dijo el ángel

Ahí tienes a tu pariente Isabel: a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses.




E inmediatamente, con la parquedad habitual en las narraciones evangélicas, por extraño e increíble que sea lo que se está narrando, María responde con una sencilla aceptación del mensaje/anuncio/propuesta del ángel y “acepta”, con una confianza breve pero rotundamente expresada, en el Señor su Dios:

María contestó:

-Aquí está la sierva del Señor. Cúmplase en mí lo que has dicho.

Y el ángel la dejó.


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Decía hace un momento que la biografía de JESÚS de NAZARET no es la biografía de un político, o un rey famoso o un general con grandes hazañas (¿?) bélicas en su vida, o un escritor, o académico……en fin una persona socialmente considerada e históricamente reconocida. Pero, en cualquiera de los casos, un hombre, con sus grandezas y sus miserias, con un principio y un fin.

No. La biografía de JESÚS es la de un personaje completamente sorprendente, en absoluto normal, de carácter manifiestamente extra-humano, por muy humanos que sean muchos de sus rasgos, con una relación con el “más allá”, con la deidad, con “el Absoluto”, sea quien sea y sea cómo sea.


La biografía de JESÚS es “TODO MISTERIO”, por muy humanos que sean, repetimos, muchos de los dichos y hechos de su vida, como me he esforzado en describir y analizar en los capítulos anteriores.

Por este motivo,


¿Nos puede sorprender este comienzo de la aparición en la biografía de su Madre, María, joven virgen, y esa comunicación dialogada entre ella y una entidad espiritual que dice llamarse Gabriel y esa concepción extraña, infrecuente, anormal, (siendo ella una joven virgen), del niño que será el personaje descrito en los Evangelios?


A mi no me lo parece. A decir verdad, el episodio descrito en esta parte del capítulo me parece, cuanto menos, una parcela “poco misteriosa”, de las menos enigmáticas de entre todas las que están constituyendo el conjunto de esta apasionante vida.




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3. La visita

Sin transición alguna, el Evangelio de Lucas pasa de la narración descrita en el punto anterior respecto de la visita del ángel Gabriel a María, al siguiente relato:


Unos días después María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra, a un pueblo de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto oyó Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre.
Llena de Espíritu Santo, dijo Isabel a voz en grito:

-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Y ¡dichosa tú, que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Entonces dijo María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque se ha fijado en su humilde esclava…………….
………………….

María se quedó con ella unos tres meses y después volvió a su casa.
(84, p.169)

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Me llama la atención la relación que existe entre estas dos narraciones dedicadas a las experiencias vividas por María y su prima Isabel, así como esta visita y la convivencia de ambas, embarazadas las dos, durante esos tres meses que escribe el biógrafo Lucas.

Hay que observar, además, que la exposición de estos acontecimientos solamente está presente en el Evangelio de Lucas:


MATEO comienza su narración con el nacimiento de JESÚS.

MARCOS lo hace con la predicación de JUAN el BAUTISTA, (el hijo de Isabel), seguido inmediatamente con la presencia de JESÚS ya adulto, de 30 años.

Y JUAN comienza asimismo con la predicación de JUAN el BAUTISTA, precedido de unos textos insondables sobre la presencia en la tierra del “VERBO”, la “PALABRA” de Dios, encarnada.



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Tras estas aclaraciones biográficas, que no dejan de tener interés, reflexionemos un poco sobre la “visita” de María a su prima Isabel.


Unos días después María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra, a un pueblo de Judea……..


¿Por qué iría María, poco después de aquel sorprendente acontecimiento en su vida, y “a toda prisaa casa de su prima?

Pues, parece lógico que con el fin de comentar con Isabel varias cosas:

Lo que a ella, María, le había pasado.
Qué es lo que le había pasado a Isabel, que estaba embarazada.
Por qué el ángel le había contado la buena noticia de Zacarías e Isabel.
……………………………………


Y probablemente un montón de cosas más acerca de todo aquello tan extraño.

En el fondo, los ángeles descritos en los libros sagrados de la Religión Hebrea no iban por ahí, frecuentemente, apareciéndose a sencillas jóvenes, como ella. En realidad, en toda su joven vida, María no habría ni presenciado, ni oído narrar ninguna aparición de ningún ángel, ni probablemente se hubiese comentado en casa de sus padres ni parientes la presencia de ángeles en ningún momento de la vida de algún antepasado directo.

Y, turbada, emocionada o conmocionada por lo que le había ocurrido, ¿Con quien podía comentarlo?

¿Con su prometido José?

Sin duda, no. La habría tomado y con razón, como víctima de alguna alucinación o un mal sueño, máxime cuando el relato tenía que ver con un embarazo.

Pues lógicamente la única persona a la que podía abrirle su corazón sin que la tomase por demente sería su prima, que también directamente había sido mencionada por el tal Gabriel.

Por otra parte, le empujaría a viajar la comprensible curiosidad por confirmar el anunciado embarazo de Isabel:

…….Ahí tienes a tu pariente Isabel:
a pesar de su vejez ha concebido un hijo,
y la que decían que era estéril está ya de seis meses.


Pues, ciertamente, la confirmación o no de esa posibilidad indicaría asimismo la confirmación o no de que ella misma hubiese sido sujeto pasivo de una alucinación.




Todo parece encajar a nivel humano, en el plano de reacciones normales de la joven María, dentro de la anormalidad en sí misma.


En cualquier caso, se puso en camino y a toda prisa, seguramente con el corazón latiendo más acelerado de lo normal.

Y ¿Qué pasó cuando se vieron ambas mujeres?

Pues algo que seguía también fuera de lo normal:

En cuanto oyó Isabel el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre.

¡¡No solo está efectivamente embarazada, sino que la criatura que lleva dentro, ya seis meses, “acusa”, (y su madre siente eso), la llegada de María.

Y siguen las sorpresas:

-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Y ¡dichosa tú, que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.


Pero,

¿Quién le ha dicho nada a Isabel acerca de María y su experiencia vivida?
Si María todavía no ha hablado, no le ha contado nada.

Y cómo sabe Isabel la importancia, la transcendencia del acontecimiento que va a vivir María.
Porque, apenas lleva días embarazada.

Unos días después María se puso en camino…….

Por lo tanto la visita del ángel ha sido pocos días antes….

Y esa exclamación:

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?


Pero,

¡¡Si Isabel ni sabe que María va a ser madre, (solamente está prometida, no vive todavía con José), ni, mucho menos sabe lo que Gabriel le ha anunciado a María!!





En fin, son un conjunto de acontecimientos sorprendentes, difícilmente “inventables” por Lucas, y que necesariamente tienen que tener una explicación única,


solamente admisible en el contexto de la personalidad sobrenatural
que se está anunciando a la historia de la humanidad: JESÚS de NAZARET, el Hijo de Dios.


No hay otra explicación humanamente aceptable en un entorno de hechos normales.

Y para terminar, una breve frase, en consonancia de la parquedad de los textos evangélicos, parquedad que me asombra permanentemente:

“María se quedó con ella unos tres meses y después volvió a su casa”.



¿Como vivirían las dos mujeres esos 90 días?

¡¡Que cantidad de cosas comentarían, razonarían, hablarían durante su convivencia!!

Difícil imaginar la comunicación de las dos primas durante sus largas veladas, o en las puestas de sol, o en los amaneceres de Judea, maravilladas de lo que a ambas les estaba ocurriendo.

Y todavía no saben apenas lo que realmente van a traer al mundo:


JUAN el Bautista y JESÚS de Nazaret


¡¡Los dos últimos grandes profetas de la historia del pueblo judío, y los dos primeros profetas,
(un gran Profeta y el Hijo de Dios), de la historia del nuevo pueblo de Dios: la Humanidad entera!!


¡Ay, ay, ay!

¡Qué tres meses vivirían estas dos mujeres, una muy joven y otra de edad avanzada!



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Me quedan dos interrogantes, ambos completamente diferentes, que no están narrados en los textos originales de Lucas. (¡ué pena la parquedad de estas biografías!)




1.   Si María se quedó tres meses con su prima, que ya estaba embarazada de seis meses, ¿Estaría presente en el nacimiento del niño Juan? ¿Asistiría a Isabel en el parto de su sobrino?

Yo creo que es casi seguro que si. La cronología de seis meses, primero y tres, después, parece asegurarlo.

Y, en otro orden de cosas,



2.   ¿Quién contó todo esto a Lucas?

Pues, yo creo que no pudo ser otra persona que la propia María.

Pero, esto son solamente conjeturas…..que se salen de la pura narrativa descriptiva de la biografía de JESÚS que me he impuesto en este trabajo.

Dejémoslo pues ahí.



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4. ¿Dónde está el niño?

Tras este paréntesis para tratar el tema de “los ángeles”, volvamos al asunto central del capítulo, que es el de la presencia de María, la MADRE de JESÚS en los textos de la biografía del Maestro.


Recordemos brevemente un acontecimiento al que ya hemos hecho referencia al comentar el tema de los ángeles, en el cual la joven virgen María es motivo de preocupación para José.

Ya reflexionamos también acerca de este incidente al comienzo del otro capítulo, (Capítulo 5, “EL GRAN FRACASO”) y se refiere a la perplejidad de José al comprobar que María estaba embarazada. El episodio tendría probablemente lugar muy pronto después de la vuelta de María de casa de su prima Isabel, pues según la cronología, María estaría ya en el tercer mes de embarazo:

Es el episodio narrado por Mateo: El misterio de la concepción de JESÚS revelado a José

María estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. Su esposo José, que era hombre recto y no quiso denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
(1, p.10)

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JESÚS se queda en el templo


Este suceso sería indudablemente bastante traumático para la Madre de JESÚS.

¡Cuantos casos hemos oído, leído y quizás vivido de cerca, relativos a la pérdida por parte de los padres de alguno de sus hijos, en una aglomeración, en la visita a una gran ciudad, quizás de vacaciones, e incluso en casos de secuestro!

Y ahí parece estar la angustia de los padres: que nunca saben si el hijo o la hija van a desaparecer……..definitivamente.


Transcribo el texto completo de Lucas, por su enorme interés.


Sus padres iban cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando JESÚS cumplió doce años subieron a las fiestas según la costumbre, y cuando éstas terminaron, se volvieron.

Pero el niño JESÚS se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.





Estos, creyendo que iba en la caravana, al terminar la primera jornada se pusieron a buscarlo entre los parientes conocidos; y, como no lo encontraban, volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días lo encontraron por fin en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que lo oían quedaban desconcertados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verle quedaron extrañados, y le dijo su madre:

-Hijo, ¿por que te has portado así con nosotros?
Mira con que angustia te buscábamos tu padre y yo.

El les contestó:

¿Por que me buscabais?
¿No sabíais que yo tenía que estar
       en la casa de mi Padre ?

Ellos no comprendieron lo que quería decir.

JESÚS bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello.

JESÚS iba creciendo en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres.
(62, p.131)


Vamos a analizar detenidamente todos los matices de esta breve narración si queremos intentar comprender los sentimientos, angustias y perplejidades que debieron acompañar a María en este infortunado episodio….para ella y para José.

El comienzo es normal. La familia José, María y JESÚS son judíos practicantes, gente sencilla pero cumplidora de las normas al uso:

Sus padres iban cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando JESÚS cumplió doce años subieron a las fiestas según la costumbre, y cuando éstas terminaron, se volvieron.

Iban a Jerusalén, cada año, todos los años. Eran fieles cumplidores de las costumbres religiosas.

Y una vez más, como los once años anteriores, (ya casi era una rutina):

Cuando JESÚS cumplió doce años subieron a las fiestas según la costumbre…….



Y como siempre:

……….cuando estas terminaron, se volvieron.


El narrador es breve y sucinto. No se extiende en detalles. Está describiendo un hábito familiar.




Normal. Todo normal. Además hacían el viaje entre familiares y amigos. ¡Una romería de hoy!

Ah!!

Pero ese año fue diferente. Les esperaba el infortunio… ¡nunca se sabe!

He ahí la anomalía, lo inesperado, lo anormal:

Pero el niño JESÚS se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.




Decisión unilateral. El niño de doce años, ya no es tan niño. Ya piensa y decide por su cuenta.

Pero sus padres, como la casi totalidad del los padres, lo consideraban probablemente “más pequeño” de lo que era.

Y se inicia el regreso a Nazaret. Normal. Todo normal.
Los padres van por un lado, en la caravana.
Los niños, probablemente, por otro. Pero todos van de viaje.

Y durante el día, cada uno viaja a su aire, pero todos forman parte de la expedición.


Estos, creyendo que iba en la caravana, al terminar la primera jornada se pusieron a buscarlo entre los parientes conocidos; y, como no lo encontraban, volvieron a Jerusalén en su busca.


¡¡Ah caramba!! Pero llega la noche.
¡María, llama a JESÚS para acostarle!

¿JESÚS?  ¿No está contigo?
No, no. Iba contigo.
Conmigo no. Estará con sus primos. Ve a buscarle:

Primer pequeño sobresalto. Todavía pequeño. No pasa nada. Estará por ahí.

……….al terminar la primera jornada se pusieron a buscarlo entre los parientes conocidos………



Pero pronto, la ocupación de búsqueda se transforma en preocupación.
No. Definitivamente JESUS no está con los parientes, ni amigos.
Y comienza el agobio……que se va convirtiendo en angustia





¿Dónde puede estar?

Nada se puede hacer. Es noche avanzada. Esperar a mañana………

¿Conciliaría el sueño María esa noche?
 Lo dudo.

Y ¿Qué pensaría? Pues como cualquier madre.
Negros pensamientos. Inquietud. Zozobra. Largas horas….hasta el amanecer.

Y muy pronto, seguramente ambos decidieron regresar a la gran ciudad. ¿Para qué?
Buscar, buscar, buscar. ¿Qué iban a hacer?

Pero buscar ¿Dónde?

y, como no lo encontraban, volvieron a Jerusalén en su busca.



Qué largo se les haría el camino. Si habían tardado un día hasta el susto, tendría que pasar otro día entero hasta llegar a Jerusalén. Y solos.

Y una vez llegados a Jerusalén ¿Dónde buscar? ¿A quien preguntar?
¡¡Si son de pueblo y no conocen a nadie en la gran ciudad!!

Crece la angustia, les va dominando la ansiedad, primero……y probablemente después, la depresión.

¡No hay nada que hacer!
Porque, pasa un día…….. y nada.
Y llega el segundo día……… y nada.



Lo buscarían seguramente en los corros de los niños y jóvenes. En los lugares de esparcimiento que habría para los de corta edad.

Y preguntarían. Pero ¿Qué iban a preguntar? Un niño de unos doce años, ¿lo habéis visto?

Pronto llegaría la desesperación, el abatimiento.

Probablemente irían a las autoridades.

Parece ser que la policía actual, si pasados dos días un niño no aparece, ¡mala cosa! ¡muy mala!

¿Dónde puede estar nuestro niño?


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Y por fin, al tercer día, lo descubren en el lugar más inesperado. Se les ocurre ir al sitio más improbable en el que se pueda encontrar a un niño…..digamos, normal, juguetón, travieso.

El texto es bien claro: ¡Por fin!….al tercer día, ¡por fin! aparece:


A los tres días lo encontraron por fin en el templo,
sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas………….


Lo más insólito: ¡En el templo!......entre los adultos, que digo los adultos: LOS MAESTROS…..escuchándoles y haciéndoles preguntas, y sorprendiéndoles con su sabiduría:


………….todos los que lo oían quedaban desconcertados de su talento
y de las respuestas que daba.


Inaudito.

La angustia y desesperación, dan paso al sobresalto, a la alegría, pero también a la sorpresa: ¡nunca se les hubiese ocurrido buscar allí!


¿Y que hace su niño entre los Maestros?

Y después, paso brusco del nerviosismo y la excitación, al relax, sosiego, serenidad y relajación.



Pero inmediatamente, cosa normal en una madre que lleva cuatro días angustiada, aparece el reproche:


Al verle quedaron extrañados, y le dijo su madre:

-Hijo, ¿por que te has portado así con nosotros?
Mira con que angustia te buscábamos tu padre y yo.


Y más sorpresa aún por la respuesta del niño: ni excusas, ni disculpas, ni justificación alguna.
Más bien les cuestiona a ellos por no saber de qué va” la cosa:


El les contestó:

¿Por qué me buscabais?
¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa de mi Padre?




Naturalmente, ellos, María y José no entendieron nada:

Ellos no comprendieron lo que quería decir.




Y aquí termina bruscamente la narración del biógrafo.
Sigue tan solo una reflexión sobre la continuación, en días, meses y años sucesivos:

JESÚS bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.


Se supone pues, por esta frase, que ya no se repitieron sustos de este tipo.


Su madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello.


¡Y tanto! 
¿Qué podía entender María de aquel episodio?


El ángel llamado Gabriel le había anunciado cosas extrañas, pero en realidad, no le había dicho gran cosa. No le había dado ningún detalle que la pudiese orientar sobre los acontecimientos que podrían sucederse durante esos años de niñez y juventud.

No obstante, a todo ello siguió un final feliz y una vida familiar sosegada y normal, como bien reflejan las últimas palabras del narrador al término del texto:


JESÚS iba creciendo en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres.




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5. Boda en Caná

Poco más de lo comentado hasta aquí se dice en los Evangelios acerca de María.


Nos queda una referencia a cierto acontecimiento narrado por Juan al comienzo de su Evangelio y pocos días después de la captación de los primeros discípulos. Parece ser que tuvo lugar el primer hecho extraordinario de entre todas las cosas sorprendentes que hizo JESÚS, absolutamente fuera de lo normal: se trata de la conversión de agua en vino en el transcurso de una boda en Galilea:



Dos días después hubo una boda en Caná de Galilea y la madre de JESÚS estaba allí. Invitaron también a la boda a JESÚS y a sus discípulos.

Faltó el vino y le dijo su madre:

—No les queda vino.

JESÚS le contestó:

— ¿Quién te mete a ti en esto, mujer?   Todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes:

—Haced lo que él os diga.

Había allí seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una para las abluciones de los judíos.

JESÚS les dijo:

—Llenad las tinajas de agua. Las llenaron hasta arriba.

Luego les mandó:

—Ahora sacad y llevádselo al maestresala.

Le llevaron al maestresala. Este probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía. (Los sirvientes sí lo sabían pues lo habían sacado ellos).

Entonces llamó al novio y le dijo:

—Todo el mundo sirve primero el vino bueno,
y cuando la gente está bebida, el peor.

Tú, en cambio, te has guardado el bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea, comenzó JESÚS sus señales, manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron más en él.

Después de esto bajó a Cafarnaún con su madre, sus parientes y sus discípulos, y se quedaron allí unos cuantos días.
(92, p.178)



El acontecimiento es algo inusual en relación con la mayor parte o la casi totalidad de las obras sorprendentes, prodigios o milagros realizados por JESÚS. Como ya hemos comentado y como analizaremos ampliamente en la Segunda Parte, “Las CURACIONES de JESÚS”, casi todos esos hechos están relacionados con la ayuda a los enfermos, deformes, moribundos…y hasta con la resurrección de los muertos.



El hecho parece encuadrarse más en la línea de “ayuda” al necesitado de cualquier tipo, como sería el caso de “la pesca milagrosa” o “la multiplicación de los panes y los peces”.

En cualquier caso analicemos algunos aspectos de la intervención de María, que es lo que nos interesa en este capítulo.



1.        JESÚS ya ha llegado a los 30 años. Acaba de iniciar su actividad evangélica, ha reclutado los primeros discípulos, y he aquí que es invitado a una boda a la que también asiste su madre.



2.        JESÚS ha dejado la casa paterna recientemente, o quizás todavía no, pero falta poco para ello. Entra y sale de ella. Vive en casa y comienza a recorrer los caminos……o todavía no, como parece indicar el texto de Juan.



3.        Pero, han pasado ya casi 18/20 años desde aquel agobiante acontecimiento del templo, en el que María y José vivieron tres días de ansiedad, angustia y temor. Desde entonces, JESÚS ha convivido muchos años con sus padres.


¿Qué habrá podido ver y oír María respecto de su hijo, o conocido directamente de él, para que, con toda naturalidad, le indique que haga algo, (mágico, extraordinario, por supuesto), respecto del problema que inesperadamente ha ocurrido a los amigos que se casan?


Faltó el vino y le dijo su madre:

—No les queda vino.


4.        El texto es lacónico, pero suficiente para que pueda percibirse que María no está “informando” a JESÚS sobre la necesidad de los amigos…….le está pidiendo que “haga algo”.

La prueba de ello es la respuesta del hijo:

JESÚS le contestó:

— ¿Quién te mete a ti en esto, mujer?


E inmediatamente dice algo en relación con el “ejercicio de sus poderes”, que él sabe que tiene, pero que también sabe que “su madre lo sabe”.

Todavía no ha llegado mi hora.


5.        No obstante, María actúa como si no le hubiese oído o como si supiese que de ninguna manera el hijo le va a defraudar. En caso contrario, no se comprometería con los sirvientes, como sin dudarlo lo hace:

Su madre dijo a los sirvientes:

—Haced lo que él os diga.


6.        Y a partir de ese momento se describe la realización del prodigio. Que por cierto sorprende hasta al maestresala, que no sabe realmente lo que ha pasado.


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·        Lo que puede percibirse en estos hechos es que la madre desea atender a
unos amigos en necesidad.

·        El hijo se resiste…….tan solo un momento.

·        Pero, inmediatamente, se pone en marcha.

·        ¿Por atender la necesidad, también, o por tener “un detalle” con la madre?

·        ¿O por ambos motivos?


Somos libres de deducir lo que queramos, pues el texto nada aclara.

Yo personalmente me inclino por la delicadeza, el gesto con su madre, pues prontamente va a dejar definitivamente la casa paterna, y no está de más “hacerle un regalo”, “un detalle”, ya que, probablemente verá poco a María durante los tres próximos años. No olvidemos que la próxima vez que los biógrafos nos hablen de ella, estará al pié de la cruz, viviendo y sufriendo la muerte trágica del hijo.

Después de esto bajó a Cafarnaún con su madre, sus parientes y sus discípulos, y se quedaron allí unos cuantos días.


Y, por otra parte, los discípulos van conociendo al Maestro, por quien han abandonado todo para seguirle:

Así, en Caná de Galilea, comenzó JESÚS sus señales, manifestó su gloria,
y sus discípulos creyeron más en él.






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