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domingo, 6 de diciembre de 2015

¿ Fue JESÚS un CURANDERO ?




   JESÚS, el CURANDERO



¡Calma!
Que no se escandalice nadie.


Para definir esta actividad tan importante y frecuente en la vida de los tres últimos años de JESÚS, no encuentro mejor término que defina exactamente lo que hizo al respecto, por cierto muy difícil de describir y más aún de comprender.

JESÚS ejerció de CURANDERO, (en el sentido estricto de curar), de SANADOR (en cuanto a la realidad de sanar a los enfermos).

JESÚS no era un médico. No realizaba diagnósticos de las enfermedades, ni proponía a los enfermos un método, un plan, más o menos largo y duradero para curar sus males.

En efecto, JESÚS “curaba”, “sanaba”, pero el ejercicio de esta actividad siempre fue bajo las siguientes características:


1.        No se trata de algunas curaciones. La descripción de los textos hablan        de innumerables curaciones.

2.              Nunca buscaba a los enfermos; ellos mismos acudían a Él.

3.     No tenía ninguna “especialidad”. Curaba todo tipo de enfermedades, deficiencias o disminuciones físicas, mentales o morales.

4.            Curaba instantáneamente.

5.        Las curaciones se producían tan solo por imposición de sus manos sobre el enfermo o sin apenas tocarles o no tocarles en absoluto. En muchos casos, los enfermos se curaban tan solo con rozarle el manto.

6.           JESÚS poseía una “fuerza especial”.



JESÚS tenía “poderes”,

Disponía de una capacidad, una energía o una fuerza especial, incomprensible científicamente, para curar todo tipo de enfermedades y dolencias……incluso un poder “sobre la muerte”, una potencia para resucitar a los muertos.



Recordemos algunos textos, ya conocidos hasta aquí, que hablan de todo ello:




1.   Innumerables curaciones



JESÚS recorría Galilea entera, enseñando en aquellas sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. Se hablaba de él en toda Siria: le traían enfermos con toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba.
Lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
(Mateo, 4, 23-25)
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…………..Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades…………., y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
(Lucas, 6, 17-19)
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Terminada la travesía atracaron en Genesaret. Los hombres del lugar, al reconocerlo, avisaron por toda la comarca……………….llevaron los enfermos, rogándole que les dejara tocar siquiera el borde de su manto, y todos los que lo tocaron se curaron.
(Mateo, 14, 34-36)
Al anochecer, cuando se puso el sol, le fueron llevando todos los enfermos….. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males…………….
(Marcos, 1, 29-34)
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JESÚS se marchó de allí y llegó al lago de Galilea; subió al monte y se sentó. Acudió un gran gentío llevándole cojos, ciegos, lisiados, sordomudos y otros muchos enfermos; los echaban a sus pies y él los curaba………..
(Mateo, 15, 29-31)
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Él encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío; pues, como había curado a tantos, todos los que sufrían de algo se echaban sobre él para tocarlo.
(Marcos, 3, 7-12)


Y así muchas referencias más.

Hay que decir que entre los rasgos de la existencia de JESÚS, las curaciones encierran, por su impacto en aquel tiempo, y por la extensión que ocupan en la biografía del Maestro, algo muy sorprendente que merece especial atención y que trataré otro trabajo. 

Registremos una curiosa realidad:

Los cuatro Evangelios (la “Buena Noticia”, que así llaman las Iglesias cristianas a tales biografías), constituyen cuatro pequeños libritos de muy poca extensión.

De entre las varias ediciones que tengo en mis manos, he elegido una de presentación media:

En una edición de letra mediana, ni grande ni pequeña, que puede leerse incluso con una vista cansada no muy avanzada, y en tamaño de página correspondiente a medio folio, DINA 4, la extensión total de cada Evangelio es de curiosa brevedad, comparada, por ejemplo, con dos docenas de biografías de personajes históricos que tengo en mi biblioteca, que nunca bajan de las 400 a 600 páginas. En cambio, el número de páginas de estas ediciones de los Evangelios es:


Mateo                   73
Marcos                 67
Lúcas                   78
Juan                     68


Desde el nacimiento de JESÚS hasta después de su muerte, es decir, durante todo el ciclo de su existencia, las cuatro biografías son sensiblemente iguales, variando en detalles informativos o matices personales de expresión de sus autores; unos describen más ampliamente que otros ciertos pasajes, y sobre una misma situación histórica, unos reflejan algunas vivencias que los otros omiten, o desconocen, con la excepción de JUAN, que aborda mayores detalles en general y especialmente en los últimos días y horas de la vida del Maestro.

En resumen, la biografía de JESÚS a nuestro alcance 
no llega en ningún caso a 80 páginas.


Pues bien: en esas 80 páginas se reflejan explícitamente, es decir, uno a uno y en circunstancias diferentes, 45 curaciones de las siguientes tipos de enfermedades, deficiencias o dolencias:

·        Leprosos
·        Ciegos
·        Sordos
·        Mudos
·        Paralíticos
·        Lisiados
·        Estados febriles
·        Epilépticos
·        Locos
·        Endemoniados
·        Hidrópicos
·        ………..

y quizás los casos más sorprendentes, 3 personas muertas a las que JESÚS vuelve a la vida

¡En solamente 80 páginas!


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2.             JESÚS nunca buscaba a los enfermos.
Ellos mismos acudían a Él.


Los breves textos anteriores, recogidos en el punto 1, dan buena prueba de ello.





3.             Curaba todo tipo de enfermedades.


En lo que acabo de comentar al final del punto 1, se incluye una larga lista de 11 enfermedades diferentes.





4.             JESÚS curaba instantáneamente.


También esta peculiaridad está descrita frecuentemente.

Así leemos en la curación de un leproso:


Una vez estando JESÚS en un pueblo, se presentó un hombre todo lleno de lepra.
Al ver a JESÚS se echó rostro a tierra y le rogó:

—Señor, si quieres puedes limpiarme.

JESÚS extendió la mano y lo tocó diciendo:

—Quiero. Queda limpio.

Y en seguida se le quitó la lepra.
(Mateo, 8, 1-14)




Misma situación instantánea cuando curó a un mudo:


Le presentaron un sordo tartamudo, y le pidieron que le aplicase la mano. El lo apartó de la gente; a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

—Effatá (esto es: «ábrete»).


Inmediatamente se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Les prohibió decírselo a nadie, pero, cuanto más se lo prohibía, más lo pregonaban ellos. En el colmo del asombro decían:

¡Qué bien lo hace todo!     ¡Hace oír a los sordos y hablar a los mudos!
(Marcos, 7, 31-37)


Y un caso similar de curaciones instantáneas se puede leer en la curación del ciego Bartimeo:


Llegaron a Jericó; al salir de la ciudad con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo, (el hijo de Timeo), estaba sentado a la vera del camino. Al oír que era JESÚS Nazareno, empezó a gritar:

—JESÚS Hijo de David ten compasión de mi.

Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba mucho más:

—Hijo de David, ten compasión de mí.

JESÚS se detuvo y dijo:

—Llamadlo.

Llamaron al ciego diciéndole:

—Animo, levántate, que te llama.

JESÚS le dijo:

—¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le contestó:

—Maestro, que vea otra vez.

JESÚS le dijo:

—Anda, tu fe te ha curado.

En el acto recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
(Mateo, 20, 29-34)



Y en el caso de la curación de un paralítico, descrito minuciosamente:


…….dijo al paralítico:

—Escúchame tú, ponte en pie, carga con tu camilla
 y márchate a tu casa.

Se levantó en el acto delante de todos, cogió la camilla donde estaba postrado y se marchó a su casa alabando a Dios.
(Mateo, 9, 1-8)




5.             Se curaban tan solo con tocarle el manto



En los casos del punto anterior, como en otros muchos, bastaba con que les aproximara sus manos o les tocase o le tocasen a él o simplemente su manto:


……......y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban obtenían la salud.
(Mateo, 14, 34-36)


……….pues, como había curado a tantos, todos los que sufrían de algo se echaban encima para tocarlo.
(Marcos, 3, 7-12)




Y lo mismo encontramos en el episodio, minuciosamente descrito, acerca de la curación de la mujer con flujos:

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años; aunque muchos médicos la habían hecho sufrir mucho, y se había gastado todo lo que tenía, en vez de mejorar se había puesto peor. Oyó hablar de JESÚS y, acercándose por detrás entre la gente, le tocó el manto, diciéndose:

“Con que le toque, aunque sea su vestido, me curaré.”

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado de aquel mal. JESÚS, dándose cuenta de que había salido de él aquella fuerza, se volvió en seguida en medio de la gente, preguntando:

— ¿Quién me ha tocado el vestido?

Los discípulos le contestaron:

—Estás viendo que la gente te oprime y dices:
      « ¿Quien me ha tocado?»

El seguía mirando alrededor para ver quien había sido. La mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que le había pasado, se le acercó, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.

El le dijo:

—Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y seas curada de tu mal.
(Mateo, 9, 18-26)


La reflexión de la protagonista está bien clara:

“Con que le toque, aunque sea su vestido, me curaré.”


Observemos asimismo, que también en este incidente el evangelista concreta la curación instantánea:


Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado de aquel mal……….





6.             JESÚS poseía una “fuerza especial”.



Recordemos dos textos:


 “………venían a oírlo de todo el país judío, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón……….y a que los curara………….porque salía de él una fuerza que los curaba a todos”.
(Lucas, 6, 17-19)



Es curioso que, precisamente en el episodio de la mujer del punto anterior, es el mismo JESÚS el que explícitamente habla de esa “fuerza”, con la afirmación que hace a sus discípulos, antes incluso de hablar directamente con la protagonista:

JESÚS, dándose cuenta de que había salido de Él aquella fuerza, se volvió en seguida en medio de la gente, preguntando:

— ¿Quién me ha tocado el vestido?
(Mateo, 9, 18-26)

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Para terminar esta cuestión creo que merece especial reflexión el alcance y dimensión de la actividad curativa de JESÚS, que es formidablemente extraordinaria y asombrosa.   

Los textos evangélicos sobre ella son abundantes, reiterativos y muy descriptivos, lo cual resulta destacable en unas narraciones que, como ya hemos dicho varias veces, son breves, escuetas, y lacónicas.

La lectura rutinaria de estos episodios me ha conducido incomprensiblemente a lo largo de los años a irme acostumbrando a contemplar las curaciones como algo normal en la vida del Maestro, lo cual no deja de ser una apreciación muy superficial y poco reflexionada.

Si se consideran en profundidad, se miren por donde se miren, las narraciones de la capacidad curativa de JESÚS son algo inaudito y tan impresionante que puede parecer inverosímil.

No son ni una, ni dos, ni dos docenas……Los Evangelios son repetitivos e insistentes en el deseo de dejar constancia de estos sucesos:

……..Y curando todo achaque y enfermedad del pueblo.
……..Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades……
……..Porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
……..Avisaron por toda la comarca……………
……..Llevaron los enfermos, y todos los que lo tocaron se curaron.
……..La población entera se agolpaba a la puerta.
……..Curó a muchos enfermos de diversos males………
……..Acudió un gran gentío llevándole cojos, ciegos, lisiados, sordomudos
……. Y otros muchos enfermos; los echaban a sus pies y él los curaba
……..Todos los que sufrían de algo se echaban sobre él para tocarlo.

Estas diez líneas no pertenecen a un acontecimiento concreto, no son textos de una misma narración. Corresponden a distintos pasajes referidos a diferentes momentos, en diversos pueblos y forman parte de variados contextos en los que se narra cada episodio, dentro del cual se incluyen las inauditas curaciones.

Además estos acontecimientos no se circunscriben a una zona determinada de la geografía de Israel ni a personas de un pueblo o de una comarca delimitada. Se extienden a muy diversas procedencias de las gentes que seguían a JESÚS y que se beneficiaban de su poder curativo.

“Lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis,
Jerusalén, Judea y Transjordania”.
(Mateo, 4, 23-25)

Y todo ello tenía lugar sin apenas tocar al Maestro, como “de pasada”, sin preparativos, sin ningún tipo de formalidad, ceremonia o ritual. Las gentes del momento nunca dudaron en considerar que las curaciones de JESÚS, los poderes que para ello tenía el Maestro “procedían del cielo”, es decir, eran incomprensibles, sobrehumanos, milagrosos.

La fama de JESÚS en este aspecto debió ser inmensa en aquel contexto, en aquel escenario del universo judío al que los textos están referidos.     


¡Imaginemos hoy mismo, un personaje del que los medios de comunicación
contasen algo parecido!
Sería noticia permanente. La Radio y la Televisión le seguirían a todas partes.
Provocaría colapsos en la circulación de pueblos y ciudades……
y es muy posible que el recelo y “el control” de los poderes públicos.


Nadie en la historia de la humanidad ha hecho nada parecido. En todo caso no existe biografía alguna sobre ser humano con ese “curriculum de milagros o prodigios”.

Situemos esa posibilidad en los últimos cien años: si hubiese un caso remotamente parecido, hubiese quedado amplísima constancia en las hemerotecas.




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2 comentarios:

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