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lunes, 7 de octubre de 2013

La HUMILDAD de JESÚS de Nazaret





Al ver JESÚS que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la orilla de enfrente. Se le acercó un letrado y le dijo:

—Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
 
JESÚS le respondió:

—Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos,
        pero yo no tengo donde reclinar la cabeza.  
                                                                                                           
       (Mateo, 8, 18-20)

Humilde en sus comienzos
Toda una vida de humildad
Humildad hasta el final


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1. Humilde desde el comienzo

¿Era JESÚS pobre?  No.
¿Era humilde?  Si.
 
Sus padres eran gente sencilla, modesta, del pueblo.
 
Ya su nacimiento tuvo lugar en un entorno de extrema humildad, en una cuadra, en un pesebre, donde habitan los animales del campo:
 

…………José y María subieron desde la ciudad de Nazaret, en Galilea,
hasta Belén.
 
Estando allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito.
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
 
                        porque no encontraron sitio en la posada.
(Mateo, 1, 18-25)
 

¡¡No había sitio en la posada!!
El texto no dice que no pudieran pagar el alojamiento.
Dice solamente que “no había sitio en la posada”


Quizás había por entonces mucha gente en camino, debido a la orden de empadronamiento dada por la autoridad romana, u otras razones similares. El caso es que no encontraron sitio en la posada. No eran pobres. Pero tampoco eran ricos. Lo que suele ocurrir es que, en circunstancias similares,
 
¡Los ricos siempre encuentran soluciones alternativas!


 
José y Maria no tuvieron otra oportunidad, de manera que JESÚS nació así de humildemente.
 

Los padres de JESÚS no eran pobres. Vivian en un pueblo llamado Nazaret y tenían casa propia…….o al menos habitaban en una casa. El padre, José, era carpintero, tenía una profesión, tenía trabajo. Se ganaba el sustento de la familia con un sencillo trabajo. Parece que era “el carpintero del pueblo”:
 





“¿De donde saca éste ese saber y esos milagros?
¿No es el hijo de José el carpintero?
¿No es el carpintero?
Si su madre es María…………..
 
JESÚS les dijo:
 
 —Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa, desprecian a un profeta.
(Marcos, 6, 1-6)


JESÚS era, pues, bien conocido en su pueblo, aunque los suyos lo vieran solamente como a ese humilde   “hijo del carpintero”………..¡¡que no puede dar más de sí!!

Realmente: ¡¡Nadie es profeta en su tierra!!
 
 

Aunque posteriormente se pone de manifiesto el profundo conocimiento que JESÚS tenía de las Escrituras de la Religión y de las Tradiciones de los judíos, nada se dice en sus biografías acerca de que recibiese una formación especialmente selecta. Es natural que siguiese la profesión de su padre, que primero fuese aprendiz y posteriormente recogiese toda la experiencia y la clientela de José, como carpintero.
 


Y así le reconocieron sus paisanos posteriormente.

De estos años de adolescencia y juventud solamente tres líneas en la biografía:
 
 

…………..“Cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor
se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba”.
(Lucas, 2, 39-40)
 




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2. Toda una vida de humildad


Cuando JESÚS dejó la casa de sus padres y comenzó a viajar por las tierras de Israel, parece ser que tenía en torno a 30 años,
 
“………….Este era JESÚS, que al empezar tenía treinta años, y se pensaba que era hijo de José…………..”
(Lucas, 3, 23-38)
 

Al iniciar su actividad pública, no parece que llevara especial equipaje, y cuando comenzó a formarse en torno suyo un grupo de amigos, cercanos y seguidores, tampoco parece que pasara necesidad ni que le sobrara de nada.
 
En todo caso, uno de los discípulos llevaba la “administración”, luego algo habría que administrar:




JESÚS le dijo entonces:

 
 “Lo que vas a hacer hazlo en seguida”
 
Ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
 
Como Judas tenía la bolsa, supusieron algunos que JESÚS
le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
 
Judas tomó el pan y salió inmediatamente.
 
Era de noche.

 
 
Sea como fuere, JESÚS no tenía casa propia, como él mismo afirma y advierte a los que le siguen:
 
Al ver JESÚS que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la orilla de enfrente. Se le acercó un letrado y le dijo:
 
—Maestro, te seguiré vayas donde vayas.
 
JESÚS le respondió:
 
—Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero yo no tengo donde reclinar la cabeza.  
(Lucas, 9, 57-58)
 
 
Puede ser que alguno de sus seguidores siguiese trabajando, al menos parcialmente, y pudiesen proveer al grupo de los requisitos para mantenerse. Hay constancia en la biografía de JESÚS de que
los más allegados, algunos de los doce más cercanos, se echaban a la mar para pescar, pues esta era su profesión antes de dejarlo todo y seguirle.

Hay un par de pasajes en los que se comprueba la escasez de medios del grupo y la humildad de JESÚS y sus seguidores.

Cuando en cierta ocasión le ha seguido un gran gentío para escuchar sus enseñanzas y cae la tarde, JESÚS piensa que deben estar cansados y hambrientos y dice a sus discípulos que les den de comer.

Ellos quedan atónitos, pues no saben qué quiere decir el Maestro, ya que se trata de unas 5000 personas a las que, supuestamente, JESÚS quiere dar de comer:
 

 
Uno de aquellos días, como había otra vez mucha gente y no tenían qué comer, JESÚS llamó a sus discípulos y les dijo:
 
—Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo, no tienen qué comer; y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Algunos además han venido de lejos.
 
Le replicaron sus discípulos:

—Y ¿de dónde se puede sacar pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?
 
El les preguntó:
 
 ¿Cuántos panes tenéis?
 
Contestaron:
—Siete…….y algunos peces.
(Mateo 15, 32-39)
 
Y también en otra de las biografías:
 

“……….El les replicó:
 
—Dadles vosotros de comer.
 
Le contestaron:
 
— ¡Haría falta medio año de jornal para darles de comer!
(Mateo 14, 13-23)
 
                     
 Pero de esto hablaremos más adelante.
 
       Hasta aquí nos ha interesado reflejar solamente la escasez de medios económicos de JESÚS, evidenciando su humildad a lo largo de los años de su actividad pública.
 
 
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3. Humildad hasta el final




JESÚS no tuvo nada en propiedad y nada dejó en herencia.
 
Al final de su vida no tenía nada, ni siquiera contaba con los amigos que le seguían y tanto le querían.
 
Cuando las autoridades religiosas del templo fueron a arrestarle y prenderle en medio de la noche y de la oscuridad, los que estaban con él en el Huerto de los Olivos adonde se había retirado a orar, le abandonaron en masa:
 
Por miedo a posibles represalias, todos desaparecieron:
 

— ¡Con machetes y palos habéis salido a prenderme como si fuera un bandido! Todos los días estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me detuvisteis.
 
En aquel momento, todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
(Mateo 26, 47-56)
 

¡Que amarga actualidad tiene este pasaje!
¡¡Cuando a uno le van mal las cosas….que pocos quedan a su lado!!
 
            Incluso Pedro, supuestamente su segundo en el grupo, aquel que llevaba la voz cantante de los seguidores, que preguntaba y respondía a JESÚS en nombre de los doce, ese mismo, que muy pronto iba a negarle la amistad por tres veces, venciendo en él el instinto de conservación, o la cobardía, o el miedo……..:
 

…..Tú también eres de ellos, seguro; se te nota en el habla.
 
Entonces Pedro se puso a echar maldiciones y a jurar:
 
     ¡No conozco a ese hombre!
(Mateo 26, 57-58)
 
 
           Pues ese Pedro, que después lloraría, casi inmediatamente, al recordar que el Maestro le había predicho que negaría su amistad,…..ese Pedro también le abandonó cuando le apresaron….y le seguía de lejos, solo de lejos…..por si acaso:
 

“…….Lo detuvieron y se lo llevaron. Lo condujeron a casa del sumo sacerdote, y Pedro le seguía de lejos”.
(Mateo 26, 57-58)
 
 


             Tan solo algunas mujeres y su mejor amigo, JUAN, parece que le siguieron en su recorrido desde el palacio del Cónsul Romano, Poncio Pilato, en donde fue juzgado, (¡¡Farsa de juicio!!), y condenado a muerte, hasta el lugar en el que fue crucificado y se mantuvieron allí hasta el final.
 

¡¡Las mujeres siempre, a lo largo de la historia,
han sido más valientes que los hombres!!
 
 
Cuando llegó el final, la muerte en la cruz, JESÚS apenas tenía algo: sus ropas y una túnica.
Una única túnica.
 
Pues eso también se lo quitaron los soldados que le habían clavado manos y pies al madero:


Se lo repartieron…. y la túnica, quizás lo más apreciado, como solo tenía una, la sortearon entre ellos:
 

Cuando crucificaron a JESÚS, los soldados repartieron su ropa
en cuatro lotes, uno para cada uno, dejando aparte la túnica.
Era una túnica sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.
 
Los soldados se dijeron:
 
Mejor que dividirla en pedazos la echaremos a suerte,
          a ver  a quién le toca.
(Mateo 27, 32-44)


Pero por si faltaba algo, el biógrafo nos narra en dos líneas lo último que perdió JESÚS, incluso después de muerto: ¡¡las últimas gotas de sangre….!!:
 

“……….Fueron los soldados y les quebraron las piernas, primero a un crucificado y luego al otro. Pero al llegar a JESÚS, viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas. En cambio un soldado le traspasó el costado con una lanza. E inmediatamente salió sangre y agua.”
(Juan, 19,31-37)
 
 
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            ¡Al final no tenía nada!

Verdaderamente ¿No tenía nada?
 
Si. Algo le quedaba………..¡Alguien!
 
Alguien que probablemente nunca nos abandona ni nos falla a los humanos.



¡¡Allí, a los pies de la cruz estaba su Madre!!


Y JESÚS, consciente de esa presencia en medio de su agonía, aún se ocupó de ella y no quiso dejarla desamparada.



En medio de su agonía, próxima la muerte por asfixia en la cruz, JESÚS tuvo la tierna lucidez de dejar a su Madre bajo la custodia de su mejor amigo:
 

Estaban junto a la cruz de JESÚS su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena.
 
Al ver a su madre y a su lado al discípulo preferido, dijo JESÚS:
                            
 —Mujer, ése es tu hijo.
 
Y luego al discípulo:
 
               —Esa es tu madre
 
Desde entonces el discípulo la tuvo en su casa.
(Mateo 27, 32-44)
 


Y esto es todo.
Así acabó este drama.



 
 
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Así fue.



Al menos podemos asegurar que así fue escrita la figura de JESÚS en relación con la posesión de bienes y propiedades.
 
           No dejó nada en herencia. Ni siquiera objetos sencillos propios, que todos tenemos.
           Ni su propia ropa, por humilde que fuese.
 


Pero, reflexionemos:
 
Realmente  ¿No dejó nada?
 
 
Eso creían probablemente, y no sin razón, los que le vieron morir y los que le despojaron de todo.
 
 
Pero no.        JESÚS si que dejó algo, y mucho.
 
Dejó en herencia el testimonio de una vida entregada totalmente a enseñar el bien, a hacer Él mismo el bien y dejó un mensaje de amor y esperanza para toda la humanidad.
 
 

Fruto de esa herencia y a la vez prueba de ella es que hoy, hoy mismo, en estos momentos, dos mil años después de finalizar el drama de su vida humana, no podemos menos que sorprendernos, admirarnos e interrogarnos, por limitada que sea nuestra sensibilidad o simplemente curiosidad,
 
 
A consecuencia de los cientos de miles y millones de personas de buena voluntad que a lo largo de todo el mundo, (hoy y a través de la historia de estos dos mil años), en el llamado primer mundo pero especialmente en el tercer mundo, abarrotado de pobres y marginados, es decir, en la cercanía de los “desheredados”, dedican y entregan su vida a darse a los demás en nombre de ese JESÚS de NAZARET, siguiendo su mensaje y cumpliendo su encargo:
 

 
“………Id por todo el mundo, por todas las naciones pregonando
la “buena noticia” a toda la humanidad……………”
 
“………….Id y haced discípulos en todas las naciones………”
(Mateo 28, 16-20)
 
 

y la gran promesa, cuya realidad está probablemente en la base de la fortaleza de toda esa inmensa multitud de seguidores actuales:
 

“……….porque yo estaré con vosotros cada día, todos los días,
hasta el final de los tiempos, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28, 16-20)
 



 
Con esta sencilla frase termina la biografía de JESÚS de Nazaret, narrada por Mateo.
 
 

De la misma manera que muchos de nosotros, cuando nos interesa algo, cuando nos atrapa profundamente la lectura de un libro, una novela o una biografía, tenemos la tentación de ir al final…..para ver como termina, así yo he ido a la última página y al último párrafo de la biografía de JESÚS……….y a partir de ahí, todavía más intrigado, he comenzado una relectura nueva, lenta, minuciosa y repetida, intentando descubrir la esencia de la vida de este hombre, sus rasgos, sus objetivos, sus motivos, su misterio……. a la vez que admirándome de la sorprendente grandeza de sus dichos y de sus hechos.
 
 
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Y sigo el análisis y la búsqueda, no sin reconocer ya desde ahora que aquel hombre, humilde y sencillo, como pone de manifiesto su biografía en la parte analizada aquí y ahora, aquel hombre admirable y sorprendente, a la vez que misterioso por todo lo que hizo y dijo, como iremos viendo, aquel fracasado de la cruz…..ha pasado a la Historia.
 
 
A través de la desnudez de su muerte en la cruz
JESÚS de NAZARET

el Hijo de DIOS, DIOS mismo,
entró para siempre en la Historia de la Humanidad.
 
 
 
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